miércoles, 29 de enero de 2014

Ives Klein


Vida (1928-1962)
Nació en Niza e 1928. Hijo de un paisajista en la escuela del sur de Francia y de una de las primeras pintoras del informalismo en París.
Nunca aprendió a pintar, él decía que con la leche materna había mamado el gusto por la pintura.
Pasó su infancia en Niza. A los diecinueve años marchó a Irlanda con un amigo y un año más tarde estuvo en Londres como aprendiz del dorador Rogert Savage, amigo de su padre; allí aprendió las técnicas pictóricas y la preparación de colas, colores y barnices que más tarde utilizaría. También estuvo en Japón, de 1952 al 53 donde fue entrenado física y espiritualmente y alcanzó el título de cinturón negro de yudo.
Yves Klein fue el alma mater del Nuevo Realismo. Sus actividades eran el resultado de un carácter que fundía el inconformismo dadaista, el anhelo de transcendencia espiritual y la habilidad de autopromoción.
Sólo siete años duró su actividad artística (hasta su muerte) en la cual, abarcó más de mil cuadros y es considerada en la actualidad como una producción clásica del arte moderno, con una riqueza imaginativa que todavía no se ha agotado.
Murió el seis de Junio de 1962, tras sufrir dos ataques al corazón, no pudo resistir el tercero.

Judo
El judo Kõdõkan está profundamente influido por la filosofía Zen y aboga por la comunión entre mente y cuerpo, por la plena armonía con la existencia, por el desarrollo de la perceptividad y la búsqueda de un estado de vacío. Por otra parte, Klein siempre tuvo un gran interés por las enseñanzas místicas cristianas de la doctrina rosacruz. Su fuerte afinidad por lo ritual y cuestiones relativas a la inmaterialidad y el vacío que perduró en él a lo largo de toda su vida expresan su interés por los temas espirituales.
Aunque Klein demostró claramente su preocupación por los fines espirituales, la actividad ritual que le interesó nunca tuvo que ver con la religión. Este interés por el ritualismo adoptó distintas formas, pero ninguna caló tan hondo como lo hizo el judo. El compromiso con este deporte y su práctica fue tan importante que acabaría influyendo en su visión artística. Las artes marciales están ligadas a las filosofías Zen y Budista, y fue quizá la búsqueda del vacío del budismo la que determinó su interés por la idea del vacío.

El judo se centra en los katas: “un kata es una forma, un molde. Designa una serie de movimientos técnicos, ejecutados con arreglo a un plan de lucha contra uno o varios adversarios que atacan desde distintos ángulos. “
Esta práctica no puede estar nunca vacía, ya que , al ser un ritual sujeto a la observación de unas reglas muy codificadas, nos exige que evitemos expresar ideas o pensamientos muy concretos y que estemos abiertos a todo lo que nos rodea, dejándonos impregnar por ello.


Ives le Monochrome
Su actividad artística comienza en 1954, año en el que realizo un conjunto de pinturas monócromas de pequeño formato. La uniformidad plana del color de estos cuadros está motivada por su deseo de eliminar toda huella de representación y cualquier forma de subjetividad para ofrecer una manifestación de sensibilidad pura (para él la sensibilidad era lo más importante). A Klein se le empieza a conocer como le monochrome (el monócromo) y decía: He tomado conciencia de aquello que llamo la sensibilidad pictórica- esta sensibilidad existe más allá de nosotros mismos y pertenece todavía a nuestra esfera. Nosotros no detentamos ningún derecho de posesión sobre la vida misma. Solamente mediante nuestra toma de posesión de la sensibilidad podemos adquirir la vida.
En cuanto a la técnica, estabilizó el efecto cromático del pigmento puro mediante las monocromías en los diferentes colores. Pero tan pronto como eran mezclados con el aglutinante disminuía la intensidad luminosa prevista. No sólo se trataba de un problema técnico sino también de un desafío conceptual. A Klein no le interesaba un efecto estético sino que buscaba dentro del color la concordancia con la medida humana. En 1955 encontró la solución al problema de la intensidad luminosa del color, en un nuevo proceso químico que le llamaba rhodopas. Se trataba de una resina (laca colofonia) que diluida con alcohol y mezclada con el pigmento, mantenía la fuerza luminosa del color. Con el tono específico de esa mezcla se podía conseguir (del mismo modo que el tono armónico en la música) la sensación de estar completamente impregnado por el color sin tener que definir el propio color.
El color adquiere una importancia absoluta como “materialización de la sensibilidad” y a través de él manifiesta su empeño por expandir la pura percepción visual a un concepto de percepción sensorial integral. El artista desafía al espectador a sumergirse en el espacio infinito del color y a experimentar una mayor sensibilidad hacia lo inmaterial.

IKB y la época azul
A partir de 1957 Klein se ciñó al color azul ultramar, que era el que mejor se ajustaba a sus deseos de una abstracción ligada a valores espirituales y vivenciales: el azul recuerda a lo sumo al mar al cielo, después de todo, lo más abstracto de la naturaleza tangible y visible. Hizo entonces del azul ultramar un elemento de identidad personal como encarnación de esa sensibilidad suprema a la que aspiraba y lo bautizó y patentó como IKB (Iternational Klein Blue), realizando con él la mayor parte de su obra.
La primera exposición de monocromías azules, llamada Proposte monochrome epoca blue (Proclamación de la época azul) en la Gallería Apollinaire de Milán fue un éxito total. Se trataba de once monocromías azules completamente iguales en cuanto a técnica y tamaño pero cada cuadro tenía un precio diferente, según klein, la razón es que el precio variaba según la carga de sensibilidad de la obra.
Cuando esta exposición fue llevada a París, el 10 de Mayo de 1957 Kllein invadió el cielo de Sain Germaine des Prés con mil un globos azules a los que llamó Escultura aerostática.
El tema de la inmaterialidad obsesionaba a Klein quien lo abordaba en sus monocromos, en su sinfonía silenciosa, en la omnipresencia de un mundo pintado de azul IKB. El azul era para él lo invisible haciéndose visible; era el vacío.

El vacío. El pintor del espacio
La exposición conocida con el nombre de Le vide (el vacío) tuvo lugar el 28 de abril de 1958 en la Galerie Iris Clert de París. En ella, tras atravesar un baldaquino de color IKB, custodiado por dos guardias tan sólo s encontraban las paredes desnudas, ello era para encontrarse de lleno en la propia sensibilidad pictórica.
Consistió en dejar un espacio completamente desnudo, lo que para Klein significaba una exhibición de zonas de sensibilidad pictórica inmaterial. El anticonvencionalismo de las escenificaciones de Klein y el plurimorfismo de su obra respondían a un profundo deseo de despertar la conciencia espiritual del ser humano, de amplificar su capacidad para sentir las fuerzas del cosmos y conocer la verdadera esencia del universo.
Klein demostraba con esta no-instalación que el arte ya no consistía en imitar lo visible, ni en tratar de hacer visible lo invisible, sino que el arte, puede directamente trabajar con lo invisible, con el vacío como material.
De esta manera anticipa lo que será el arte conceptual.

El salto en el vacío
El 27 de Noviembre de 1960, en el marco del III festival de Arte de Vanguardia, el diario France-Soir dedicó unas hojas a un supuesto Teatro del vacío. En primera página aparecía un fotomontaje en el que el artista parecía sobrevolar una calle parisina. El Salto al vacío, así se titulaba el fotomontaje, es, según Klein, una metáfora de ese vacío inconmesurable en el que vive el espíritu permanente y absoluto, liberado de toda dimensión, metáfora por tanto de su sensibilidad y su arte.
Incluso hoy en día sigue siendo admirable el talento inventivo de este artista en relación con los medios de comunicación. Salto al vacío supone una conquista de un nuevo terreno para el arte de la imaginación. Invisible para el ojo pero presente en todo momento.

Antropometría
Sin duda sus obras más conocidas son las Antropometrías azules, huellas de los cuerpos de las modelos previamente embadurnados con IKB.
La primera representación pública de las Antropometrías fue el 9 de Marzo de 1960, dentro de un contexto de performance, en la Galerie Internationale d´Art Contemporaine, mientras un grupo de cámara interpretaba la Sinfonía Monótona-Silencio (una sola nota mantenido durante veinte minutos seguidos de otros tantos de silencio) Klein dirigía sus pinceles vivientes que presionaban sus cuerpos sobre los lienzos extendidos en la pared y en el suelo.
Con la creación de las “Antropometrías”, una coreografía en la que un grupo de mujeres dejaba la huella de sus cuerpos en la superficie del lienzo, Yves Klein demostró tener esa disciplina ritual de la que hemos hablado.

Es una acción en el tiempo, y su éxito radica en que esta relacionado con la precisión y la belleza del gesto, que se proyecta en la realidad física de la obra. Él mismo nos explica el descubrimiento de esta práctica:
Casi siempre pinto con modelos y, desde hace algunos años, con su colaboración activa. La modelo crea dentro e incluso fuera del taller un ambiente sensual que confiere estabilidad al material pictórico. Por lo tanto, probé a utilizar modelos: fue algo muy bonito.

La trilogía cromática
En 1960 realizó diversos cuadros en azul, rosa y oro como representación de lo trascendente; además los tres colores están presentes en la llama, siendo así símbolo del fuego, unos de los principios más universales, considerado como elemento unificador y transformador en todas las culturas. Con esta terna cromática, Klein impregnó esponjas (las utilizaba para pintar, así descubrió su belleza), tiñó objetos y cubrió lienzos a los que bautizó según el color utilizado, Mono-blue (MB), Mono-golden (MG) y Mono-púrpura (MP).
Pero fue el oro sobre todo el que utilizó con la máxima perfección técnica ya que lo había aprendido en Londres. Le fascinaba la frágil materialidad del oro. Pero hay que tener presente que Klein nunca tuvo dinero para sus ambiciosas ideas, casi siempre muy costosas, y en ese momento el oro, a parte de su valor material ostentaba un determinado significado espiritual y metafísico, así que para conseguirlo, vendió, siguiendo un detallado ritual, cheques inmateriales a amigos, artistas y mecenas pero sólo por el valor equivalente en oro, vendía zonas de sensibilidad artística. Para restituir el valor del oro al, según klein, ciclo místico de las cosas arrojó el 10 de Febrero de 1962 la mitad de ese oro al Sena, la otra mitad la empleó en pan de oro para sus cuadros dorados.
“El fuego y el calor son un instrumento de explicación en los ámbitos mas diversos, ya que entrañan para nosotros recuerdos imperecederos de experiencias personales decisivas. El fuego es íntimo y universal. Vive en nuestro corazón, vive en la vela. Asciende de lo profundo de la materia y se esconde latente, reservado como el odio o la paciencia. Entre todos los fenómenos es el único capaz de implicar con tanta claridad dos valores tan antagónicos: lo bueno y lo malo. Brilla en el paraíso y arde en el infierno. Se puede contradecir así mismo; es por tanto ,uno de los principios universales”

Zona de sensibilidad pictórica inmaterial
Vendía zonas de distinto precio, zonas más caras y otras menos caras, menos importantes. El valor aumentaba si se revendían. Sólo se podían vender al precio marcado por Klein, que era el doble del precio abonado, Klein les obligó a firmar una cláusula que exigía ajustarse en la reventa a estas condiciones. Realizó ocho series de recibos.
Es en el recibo dónde “se materializa” la inmateriabilidad de la obra. Quien lo poseyera era el dueño de una zona de sensibilidad inmaterial pictórica. Algunos revendieron las zonas. Unos pocos propietarios de las zonas de sensibilidad pictórica decidieron quemarlos, para ellos Klein ideó una ceremonia solemne ante notario y dos testigos, el comprador quemaba el recibo y mientras ardía el recibo,  Klein tiraba la mitad del oro al Sena, al aire libre como es lógico, no se podían volver a recoger ni el oro ni las pavesas de los recibos. Todo esto sucedió en los primeros meses de 1962. Y nunca quedó nada, ningún video, ninguna imagen…sólo la imaginación de lo que nos han contado. Klein vendía realmente Zonas invisibles de sensibilidad pictóricas.
Con esta obra, Klein proponía tanto una reflexión sobre las estrategias de intercambio comercial capitalista como un meditación sobre el indefinible, incalculable valor del arte. Según una corriente definición, un intercambio comercial consiste en la transferencia de una persona a otra de la propiedad sobre determinado bien o servicio, implicando el término “propiedad” el derecho de disponer del bien o servicio en cuestión. Zone de Sensibilité Picturale Immatérielle problematiza el concepto de propiedad privada, concepto básico para la mecánica del funcionamiento del sistema capitalista preguntándose: ¿qué cosas pueden realmente poseerse y qué cosas no?, ¿quién tiene el derecho de poseerlas y disponer de ellas?, ¿cuál es el “verdadero” valor de las cosas?, ¿quién se arroga el derecho de establecer sus precios?

Cuadros de fuego
La trilogía de colores azul, oro y rosa se convirtió, junto con la primera presentación de una columna de fuego y un muro de fuego, en el tema central de su gran exposición individual en el Museum Haus Lange en Krefeld en 1961. El día de la inauguración, se celebró un ritual fuera de lo común, la únicia exposición completa, en vida del artista, de sus obras y sus fantasías. Pero la coronación de la exposición fue en el jardín: una escultura de fuego de tres metros de alto, echando llamas hacia el aire (grandes tubos de gas bajo tierra). Junto a ella el muro de fuego, que mediante una serie de quemadores a fuego bajo, hacía aparecer un muro flotante de ardientes rosetas azules de fuego. Klein acercó una hoja de papel al fuego y mostró la quemadura en la exposición.
La acertada cooperación de cultura e industria en Gelsenkirchen y Krefeld animó a Klein a emprender otros experimentos de mayor envergadura en París con la ayuda del Centre d´Essais du Gaz de Francia. Realizó unos treinta cuadros al fuego con ayuda de un enorme lanzallamas sobre un cartón previamente preparado. La idea básica concordaba con la de las antropometrías: pintar con la impronta del fuego. En estos cuadros Klein combinó también otras técnicas: integró el elemento del agua, haciendo que las modelos se mojaran el cuerpo para dejar una hulla húmeda sobre el cartón así los rastros de agua resistirían por más tiempo a la combustión, las improntas del cuerpo daban la sensación de ser sombras de color flotando libremente en el fuego.

Ultimos días
A comienzos de 1962 Yves Klein se casa con Rotraut Uecker y estaba embargado casi exclusivamente por la idea de crear su propio paraíso en la tierra. Una zona climatizada con jardines, fuentes de agua y fuego y un gran friso de figuras de impronta clásica como colofón de este paisaje: quería hacer vaciados de su cuerpo y de sus amigos, a tamaño natural y de pose clásica (la cabeza ligeramente girada, brazos caídos con puños cerrados) y que llegara hasta las rodillas y sin una base visible. La idea era realizarlos en bronce pintados de IKB sobre un fondo dorado y el suyo estaría en el centro y hecho de bronce dorado sobre fondo azul. Comenzó a hacerlos en Febrero y sólo pudo realizar tres: los de sus amigos más íntimos Claude Pascal, Armand y Martial Raysse.

Estilo y Filosofía
La obra de Klein se mueve en torno a conceptos influenciados por la filosofía Zen, que él mismo describe como "le Vide", "the Void" en inglés (el vacío). El "le vide" de Klein es una especie de nirvana que es "mudo" o posee pocas influencias de las palabras; se trata de una zona neutral donde uno mismo está inspirado a prestar atención sólo a sus propias sensibilidades, y queda expuesto a la "realidad" como oposición de la "representación". Klein presenta su obra en formas que son reconocidas como arte - pinturas, un libro, una composición musical - pero se encarga de eliminar el contenido de tal forma que se pueda realizar: cuadros sin pintura, libros sin palabras, composiciones musicales sin música, permaneciendo tan sólo la cáscara, tal y como si estuviera allí el arte. De esta forma Klein intentó crear para la audiencia sus "Zonas de Sensibilidad Pictórica e Inmaterial". De esta forma evitaba representar los objetos de una forma subjetiva o artística. Klein deseaba que sus obras se representaran por la huella que habían dejado: la imagen de su ausencia. El trabajo de Klein tiene referencias fuertes a los contextos teóricos/arte-históricos así como a la filosofía/metafísica, y su trabajo de alguna forma ayudó a combinar todos ellos. El intento fue claro: empujó a la audiencia y al público en general a experimentar un estado donde una idea pudiera simultáneamente ser "sentida" así como "comprendida".

Conclusión
La obra de Klein es considerada, aunque de manera superflua, como la continuación del discurso Dadá de Husksenbeck, conservando la misma línea estética del denominado antiarte. “El arte ya no puede recuperar su condición anterior… Esto quiere decir, nada menos, que el arte tiene que salir de su propio concepto para poder serle fiel”.
De esta forma, el arte sólo puede continuar existiendo en su disolución o negación, repitiendo una y otra vez el momento único e irrepetible de su desaparición.

En su obra, Yves Klein muestra su interés por la atemporalidad entendida como la conversión de un instante efímero en algo eterno. Así, la obra de arte no es el resultado material sino el proceso previo a su ejecución. De esta forma, la presencia de la obra en la propia obra, como fragmento de arte suspendido sobre el vacío, cuestiona la propia posibilidad de su existencia.
Aparece, así, la obra de arte inexistente entendida como monocromos: cuadros no pintados, rituales de venta de zonas de sensibilidad pictórica y demás propuestas Kleinianas en las que el objetivo central es testimoniar la desaparición de la obra de arte como tal. O como se entendía hasta este momento en la historia del arte.
El lienzo se convierte en el único registro de un evento tridimensional y espacial que se realizó en cierto momento y en cierto lugar, previamente seleccionado. Lo que hace valer al objeto como obra de arte es el show que le precede. El arte en Klein se resume a un instante creador en el que se hace partícipe al público, quienes pagan por ser testigos del momento de inspiración artística.

Joseph Kosuth lo elogió como fundador del concept art, el Fluxus, el happening, la performance, el body art y todas las manifestaciones artísticas innovadoras se remiten a él.




Para terminar os pongo un enlace a un pdf con imágenes y textos que complementan la investigación sobre Ives Klein https://n-1.cc/file/view/1871685/ives-klein



No hay comentarios:

Publicar un comentario